La banda liderada por el ex baterista de Nirvana cerró el festival. En dos días se presentaron también artistas como Björk y Skrillex.
Santiago de Chile (EFE). Los estadounidenses Foo Fighters y su consolidado y potente rock cerraron el festival Lollapalooza Chile, una fiesta donde, además de la música alternativa, el arte y el cuidado al medioambiente fueron también protagonistas.
La banda liderada por el exbaterista de Nirvana, Dave Grohl, no defraudó en su primer concierto en el país austral e hizo honor a la etiqueta de cabeza de cartel de este certamen, creado hace 21 años por el líder de Jane’s Addiction, Perry Farrell, que por segunda vez desembarca en Santiago.
Tras la exitosa jornada inaugural del sábado, en la que brilló la artista islandesa Björk, el festival inició su segundo y último día con las actuaciones de bandas de la escena alternativa como Foster the People, Band of Horses o TV on the Radio, que electrificaron a un público que lo dio todo a pesar del asfixiante calor matinal.
Pero fue con el inicio del ocaso diurno cuando los decibelios del Parque O’Higgins empezaron a subir para calentar la fresca brisa nocturna.
Así, la potente propuesta electrónica de Skryllex y el pop psicodélico de los estadounidenses MGMT sirvieron como aperitivo previo al plato principal de la noche: la actuación de Foo Fighters.
EL PODERÍO DE DAVE GROHL Y COMPAÑÍA
El quinteto apareció alrededor de las 7:30 hora local y durante dos horas y media ofreció una auténtica lección de rock puro, en la que desgranó los éxitos de sus más de 16 años de carrera.
Grohl y los suyos supieron mezclar a la perfección temas de su primera etapa, como “Learn to Fly”, “My Hero” o “The Pretender”, con “White lLimo” y “Walk”, dos de sus creaciones más recientes, y pusieron el broche de oro a un festival en el que no todo es música.
CRUZADA VERDE
Fiel al ideario con el que Farrell dio vida al evento en 1991, las propuestas musicales de los 60 artistas locales e internacionales que desfilaron en esta edición se entremezclaron con la ecología y el arte.
Así, las cerca de 100.000 personas que entre sábado y domingo se acercaron al Parque O’Higgins de la capital chilena pudieron participar en talleres de reciclaje y de agricultura urbana, en demostraciones de sistemas de producción de energía renovable, así como comprar productos ecológicos y de comercio justo.
Dentro del proyecto Rock & Recycle, la organización instaló 22 puntos para el reciclaje de los envases de plástico, las latas, el vidrio, así como los residuos orgánicos y minimizar de esta manera el impacto medioambiental que se genera en este tipo de eventos multitudinarios.
Asimismo, una brigada de 6.000 voluntarios provenientes de universidades y colegios del país austral se dedicaron a rastrear todos los rincones del parque urbano con la misión de recoger la suciedad y concienciar a los asistentes para que mantuvieran limpio el entorno.
EL FESTIVAL COMO NEGOCIO
La imagen de evento respetuoso con el medio ambiente, unido a la multitudinaria afluencia de público, ha provocado que las grandes marcas hayan extendido sus tentáculos para cautivar posibles clientes.
Así, a lo largo y ancho del parque estaban repartidas numerosas carpas patrocinadas por grandes multinacionales en las que los asistentes pudieron desde estamparse tatuajes y subirse a un inmenso monopatín inestable, hasta celebrar una boda ficticia para entrar en el sorteo de cualquier tipo de regalo.
Además, siguiendo la estela de festivales europeos como el Sónar de Barcelona, el festival ha brindado a los melómanos más pequeños el “Kidzapalooza”, un oasis infantil en medio de un festival para adultos donde padres e hijos han disfrutado de talleres de títeres, conciertos infantiles y muestras de hip-hop.
Tras su brillante paso por Chile, la fiesta del arte, la música y la ecología del Lollapalooza cruzará la cordillera de Los Andes para presentarse por primera vez en Brasil, los días 7 y 8 de abril, en el Jockey Club de Sao Paulo.
Fuente: El Comercio
Santiago de Chile (EFE). Los estadounidenses Foo Fighters y su consolidado y potente rock cerraron el festival Lollapalooza Chile, una fiesta donde, además de la música alternativa, el arte y el cuidado al medioambiente fueron también protagonistas.
La banda liderada por el exbaterista de Nirvana, Dave Grohl, no defraudó en su primer concierto en el país austral e hizo honor a la etiqueta de cabeza de cartel de este certamen, creado hace 21 años por el líder de Jane’s Addiction, Perry Farrell, que por segunda vez desembarca en Santiago.
Tras la exitosa jornada inaugural del sábado, en la que brilló la artista islandesa Björk, el festival inició su segundo y último día con las actuaciones de bandas de la escena alternativa como Foster the People, Band of Horses o TV on the Radio, que electrificaron a un público que lo dio todo a pesar del asfixiante calor matinal.
Pero fue con el inicio del ocaso diurno cuando los decibelios del Parque O’Higgins empezaron a subir para calentar la fresca brisa nocturna.
Así, la potente propuesta electrónica de Skryllex y el pop psicodélico de los estadounidenses MGMT sirvieron como aperitivo previo al plato principal de la noche: la actuación de Foo Fighters.
EL PODERÍO DE DAVE GROHL Y COMPAÑÍA
El quinteto apareció alrededor de las 7:30 hora local y durante dos horas y media ofreció una auténtica lección de rock puro, en la que desgranó los éxitos de sus más de 16 años de carrera.
Grohl y los suyos supieron mezclar a la perfección temas de su primera etapa, como “Learn to Fly”, “My Hero” o “The Pretender”, con “White lLimo” y “Walk”, dos de sus creaciones más recientes, y pusieron el broche de oro a un festival en el que no todo es música.
CRUZADA VERDE
Fiel al ideario con el que Farrell dio vida al evento en 1991, las propuestas musicales de los 60 artistas locales e internacionales que desfilaron en esta edición se entremezclaron con la ecología y el arte.
Así, las cerca de 100.000 personas que entre sábado y domingo se acercaron al Parque O’Higgins de la capital chilena pudieron participar en talleres de reciclaje y de agricultura urbana, en demostraciones de sistemas de producción de energía renovable, así como comprar productos ecológicos y de comercio justo.
Dentro del proyecto Rock & Recycle, la organización instaló 22 puntos para el reciclaje de los envases de plástico, las latas, el vidrio, así como los residuos orgánicos y minimizar de esta manera el impacto medioambiental que se genera en este tipo de eventos multitudinarios.
Asimismo, una brigada de 6.000 voluntarios provenientes de universidades y colegios del país austral se dedicaron a rastrear todos los rincones del parque urbano con la misión de recoger la suciedad y concienciar a los asistentes para que mantuvieran limpio el entorno.
EL FESTIVAL COMO NEGOCIO
La imagen de evento respetuoso con el medio ambiente, unido a la multitudinaria afluencia de público, ha provocado que las grandes marcas hayan extendido sus tentáculos para cautivar posibles clientes.
Así, a lo largo y ancho del parque estaban repartidas numerosas carpas patrocinadas por grandes multinacionales en las que los asistentes pudieron desde estamparse tatuajes y subirse a un inmenso monopatín inestable, hasta celebrar una boda ficticia para entrar en el sorteo de cualquier tipo de regalo.
Además, siguiendo la estela de festivales europeos como el Sónar de Barcelona, el festival ha brindado a los melómanos más pequeños el “Kidzapalooza”, un oasis infantil en medio de un festival para adultos donde padres e hijos han disfrutado de talleres de títeres, conciertos infantiles y muestras de hip-hop.
Tras su brillante paso por Chile, la fiesta del arte, la música y la ecología del Lollapalooza cruzará la cordillera de Los Andes para presentarse por primera vez en Brasil, los días 7 y 8 de abril, en el Jockey Club de Sao Paulo.
Fuente: El Comercio
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