En esta segunda parte, Brandon comenta cómo llegó a contactar con el productor del disco, y los significados de algunas canciones, entre otras cosas:
"Después de un par de salidas en falso con algunos músicos muy talentosos, decidí literalmente llevarme los problemas a casa y seguir forzando la máquina, sin importar cuál fuera el resultado. Mi tenacidad me llevó a través del país, hacia Nueva York, donde empecé a trabajar al norte del estado con Dave Fridmann. Su discografía habla por sí misma en efecto. E incluso de camino hacia su estudio rural y remoto, yo todavía no estaba seguro de cómo íbamos a ejecutar esta tanda de canciones. Pero nos llevó apenas un par de horas antes de que yo entendiera lo que necesitaba hacer. ¡Iba a tocar todos los instrumentos yo mismo! Bueno, casi todos. Dave es un mago de los teclados, y yo no iba a rechazar unas cuerdas y teclados chulos solo porque quería satisfacer a mi yo maniático del control. Yo me encargué de tocar las guitarras, batería, bajo, timbales, cascabeles, liras, percusión, palmas, silbatos, flautas y panderetas en este disco. Y aunque pueda sonar como un tipo que no sabe tocar y que entiende esos instrumentos de primera mano…es…yo…umm. Bueno, simplemente lo dejaremos así.
A lo que sí suena, en mi humilde opinión, es a un tipo en una habitación rodeado de juguetes que tiene un infinito entusiasmo por descubrir lo que hace cada uno, y se le ha dado barra libre para que haga tanto ruido como le apetezca.
The wild trapeze es un ejercicio de auto-confianza. Un salto de fe hacia las maneras de proceder de uno mismo. Una fusión de las capacidades periféricas de uno mismo con la esperanza de captar una imagen más grande. Y por encima de todo lo demás, un certero retrato de un Artista en su Proceso alrededor del año 34 de su tiempo en la Tierra. Para bien o para mal, he tocado el 98% de los instrumentos que escuchan a bordo de esta nave sónica. Y aunque la tentación de “arreglar”, “corregir”, “amañar” y “mandar a tomar por” las partes que tenían fallos a través de la asombrosa tecnología que tenemos para hacerlo estuvo siempre presente, estoy orgulloso de decir que hay muy poquitas partes editadas. Como me gusta decir, sin trampas. Supongo que de una manera u otra llevo en esto suficiente tiempo como para hacer algo que merezca la pena escuchar, cuando me pongo a mi bola. Un castillo de arena construido no por arquitectos, sino por un niño con sus manos desnudas.
La canción del título, “The Wild Trapeze”, cita a Henry Miller en su inspirado libro de contemplaciones y observaciones ‘Stand Still Like The Hummingbird’. Esta canción imagina a una persona en un camino hacia una realización mayor de su existencia. Un despertar de su potencial y de la dicha que ello conlleva. Solo, sin cargas, radiante y observando una carretera delante de él que sólo se hará más ancha cuanto más lejos camine. Calmado y lleno de gracia entre el ruido del mundo.
‘Runaway Train’ cuenta una historia breve de un teórico menaje a tiros incluyendo al Futuro, yo mismo, y esa perra ramera, Calamidad. Están entrelazados para siempre; cogidos por las caderas y esclavizados el uno al otro. Y yo soy el debutante, curioso pero precavido, que va a su teatro. Plantado en la esquina con los pantalones perfectamente doblados en mis manos, pero llevando aún mi ropa interior puesta, y sin saber ciertamente si debería saltar ahí y dar mi mejor parte de borracho y desmadrado, o si debería primero ir y coger una toalla y quizás un plan para jugar. ¡A esta canción se la reserva el codiciado asiento de llevar el título menos original de la historia de la música moderna! Pero sí que creo que lo que le falta en originalidad, la canción lo compensa por sí misma en contenido y servicio. Sí, acabo de hacer una crítica de mi propia canción."
Traducción: Disfruta Incubus
"Después de un par de salidas en falso con algunos músicos muy talentosos, decidí literalmente llevarme los problemas a casa y seguir forzando la máquina, sin importar cuál fuera el resultado. Mi tenacidad me llevó a través del país, hacia Nueva York, donde empecé a trabajar al norte del estado con Dave Fridmann. Su discografía habla por sí misma en efecto. E incluso de camino hacia su estudio rural y remoto, yo todavía no estaba seguro de cómo íbamos a ejecutar esta tanda de canciones. Pero nos llevó apenas un par de horas antes de que yo entendiera lo que necesitaba hacer. ¡Iba a tocar todos los instrumentos yo mismo! Bueno, casi todos. Dave es un mago de los teclados, y yo no iba a rechazar unas cuerdas y teclados chulos solo porque quería satisfacer a mi yo maniático del control. Yo me encargué de tocar las guitarras, batería, bajo, timbales, cascabeles, liras, percusión, palmas, silbatos, flautas y panderetas en este disco. Y aunque pueda sonar como un tipo que no sabe tocar y que entiende esos instrumentos de primera mano…es…yo…umm. Bueno, simplemente lo dejaremos así.
A lo que sí suena, en mi humilde opinión, es a un tipo en una habitación rodeado de juguetes que tiene un infinito entusiasmo por descubrir lo que hace cada uno, y se le ha dado barra libre para que haga tanto ruido como le apetezca.
The wild trapeze es un ejercicio de auto-confianza. Un salto de fe hacia las maneras de proceder de uno mismo. Una fusión de las capacidades periféricas de uno mismo con la esperanza de captar una imagen más grande. Y por encima de todo lo demás, un certero retrato de un Artista en su Proceso alrededor del año 34 de su tiempo en la Tierra. Para bien o para mal, he tocado el 98% de los instrumentos que escuchan a bordo de esta nave sónica. Y aunque la tentación de “arreglar”, “corregir”, “amañar” y “mandar a tomar por” las partes que tenían fallos a través de la asombrosa tecnología que tenemos para hacerlo estuvo siempre presente, estoy orgulloso de decir que hay muy poquitas partes editadas. Como me gusta decir, sin trampas. Supongo que de una manera u otra llevo en esto suficiente tiempo como para hacer algo que merezca la pena escuchar, cuando me pongo a mi bola. Un castillo de arena construido no por arquitectos, sino por un niño con sus manos desnudas.
La canción del título, “The Wild Trapeze”, cita a Henry Miller en su inspirado libro de contemplaciones y observaciones ‘Stand Still Like The Hummingbird’. Esta canción imagina a una persona en un camino hacia una realización mayor de su existencia. Un despertar de su potencial y de la dicha que ello conlleva. Solo, sin cargas, radiante y observando una carretera delante de él que sólo se hará más ancha cuanto más lejos camine. Calmado y lleno de gracia entre el ruido del mundo.
‘Runaway Train’ cuenta una historia breve de un teórico menaje a tiros incluyendo al Futuro, yo mismo, y esa perra ramera, Calamidad. Están entrelazados para siempre; cogidos por las caderas y esclavizados el uno al otro. Y yo soy el debutante, curioso pero precavido, que va a su teatro. Plantado en la esquina con los pantalones perfectamente doblados en mis manos, pero llevando aún mi ropa interior puesta, y sin saber ciertamente si debería saltar ahí y dar mi mejor parte de borracho y desmadrado, o si debería primero ir y coger una toalla y quizás un plan para jugar. ¡A esta canción se la reserva el codiciado asiento de llevar el título menos original de la historia de la música moderna! Pero sí que creo que lo que le falta en originalidad, la canción lo compensa por sí misma en contenido y servicio. Sí, acabo de hacer una crítica de mi propia canción."
Traducción: Disfruta Incubus
0 comentarios:
Publicar un comentario