Ramón Valdés partió a la eternidad el 9 de agosto de 1988. Próximo a cumplirse el 40 aniversario de “El chavo del 8”, su personaje es el que con más cariño se recuerda.
ENRIQUE VERA (Redacción Online)
Destemplado, vago empedernido y deudor. Cascarrabias, socarrón, tremendamente original y con un inquebrantable y solidario corazón de acero a prueba, principalmente, de cachetazos. “Cachuelero” por excelencia, fue boxeador, torero, carpintero, zapatero, consejero sentimental, fígaro y autor de frases perpetuas en el imaginario de quienes casi con devoción lo seguimos en TV. Don Ramón, el entrañable personaje de la vecindad de “El chavo del 8”, cumple hoy 23 años desde que dejó el patio a cuadros en el foro 8 de Televisa, y a la legión de seguidores que, a fines de los ochenta, aún atesoraba la esperanza de volverlo a ver en un nuevo episodio de la popular serie mexicana.
Don Ramón partió a la eternidad, víctima de cáncer, el 9 de agosto de 1988. Porque Don Ramón era Ramón Valdés, el actor que le dio vida, y que a decir de sus familiares y allegados tenía características muy parecidas a las del personaje que encarnaba. Sobre todo en su despreocupado modo de vida y su venerada indumentaria punkrockera, para efectos de comodidad. Don Ramón, el flaco tatuado del apartamento 72 e hincha acérrimo de los rayos del Necaxa, fue su obra maestra, la más selecta de sus interpretaciones, era él mismo.Meses antes de su muerte, Ramón Valdés estuvo por Lima para lo que sería su última temporada circense y aquí grabó un spot publicitario para una conocida marca de turrones. Cuenta la leyenda que, durante su corta estancia en la capital, también animó el cumpleaños de un niño en San Isidro, y quienes aseguran haberlo tenida cerca corroboran que, en efecto, se trataba del mismo gruñón de bigote crecido y disparejo de la tele, pero un gigante ocurrente para hacer torcer de la risa a cualquiera.
Hace poco, la llegada de otros dos ex integrantes del mágico elenco de “El chavo del 8” a Perú, y sus entrevistas ofrecidas, volvieron a revolver antiguos conflictos que devinieron en el primer cisma del programa, en 1978. Carlos Villagrán Quico y María Antonieta de las Nievas la Chilindrina no han dado marcha atrás en sus desencuentros entre sí, ni con Roberto Gómez Bolaños Chespirito, pero han coincidido plenamente, una vez más, en el reconocimiento a la bondad y el férreo sentido de compañerismo que tuvo Valdés hasta el último de sus días.
Será, junto con Angelines Fernández “La Bruja” y Horacio Gómez Bolaños Godínez, el gran ausente en las celebraciones por los 40 años de “El chavo” que prepara Televisa (Quico anunció que, de ser invitado, iría sin dudarlo al homenaje). Y son precisamente estos preparativos los que han dado lugar a más versiones en torno a las diferencias que existieron entre los personajes y el alejamiento de algunos de estos. Por ejemplo, la de uno de los hermanos de Ramón Valdés, quien da cuenta de que este decidió dejar la serie y acompañar a Villagrán, en un nuevo proyecto, desde que Florinda Meza, pareja de Chespirito, comenzó a tomar un papel relevante incluso en la dirección del programa.
Su salud se resquebrajaría porque la enfermedad que acusaba se expandió a la columna vertebral y llegó a sus huesos. Tenía 64 años cuando falleció. Quienes lo recuerdan, lo hacen sonriendo; o para sonreír. Los padres que antes fuimos hijos y los que ahora son abuelos. Los hijos que siguen siendo hijos y, tal vez, los que serán padres de más fieles seguidores del eterno deudor, quien vendió churros, se hizo profesor, improvisó de maestro de guitarra y fue amor platónico de su alborotada vecina. El astro máximo…el gran Ramón Valdés.
Fuente: El Comercio
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